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En los tiempos iniciales del marketing online, la marca y el dominio eran uno. Sólo existía lo que se conoce como web presencial, versión 1.0, donde el usuario sólo consultaba información, ni podía realizar operaciones de ningún tipo con ella, ni tampoco compartirla, ni mucho menos interactuar con ella.
El primer paso que se dio en este terreno fue el de crear un blog oficial de la empresa, estrategia promocional que aún hoy en día sigue estando en absoluta tendencia pero, a pesar de las muchas ventajas ofrecidas a nivel publicitario online, no afectaba directamente al nombre que la compañía pues se acompañaba de un subdominio o carpeta concreta.
El problema en realidad vino con la aparición de las redes sociales. Cuando cada perfil, página o entorno digital permite utilizar el nombre que quieres y, más concretamente, lo complica con una limitación de caracteres, es el turno de la creatividad.
Las empresas con más tiempo a sus espaldas no tienen muchas opciones, deben adaptarse conforme se abren nuevos perfiles sociales o Internet evoluciona a un ritmo que requiere cambios.
Sin embargo, las nuevas empresas son las que pueden y deben plantear una estrategia comercial correcta. De forma general la más apropiada parece que es la de escoger un nombre digital para cualquier entorno.
Con este nombre único, teóricamente se cubre todas las opciones posibles y se soluciona cualquier problema de originalidad planteado. Sin embargo, este sistema puede tener dos convenientes. El primero de ellos el hecho de que el nombre ya esté pillado. Y, en segundo lugar, que la limitación de caracteres impida ponerla en práctica.
El primer caso es complejo de solucionar, se pueden iniciar vías legales pero no siempre se tiene el suficiente respaldo legal como para proteger una marca propia. En ese sentido, la recomendación más oportuna es crear un nombre para redes sociales, que no esté ocupado en ninguna de ellas y abrir todas las necesarias bajo esa denominación.
Respecto al segundo inconveniente, la creatividad tiene más que decir. Las abreviaturas son las opciones más utilizadas, aunque corren el riesgo de ser difíciles de entender según qué casos. En la mayoría de los casos, este problema también afecta al dominio web (o debería hacerlo), ya que es desaconsejable utilizar dominios demasiado largos porque dificultan la memorización del mismo, sobre todo si son complejos. Si en estos casos ya se optó originalmente por algún tipo de síntesis, es ésta la que debe primar en la elección del nombre de un perfil social.
