El año 2020 prácticamente ya ha aterrizado entre nosotros y las empresas comienzan a mostrar sus estrategias de marketing, no solo exponiendo sus objetivos a corto plazo, sino incluso a lo largo de la próxima década.
A raíz de un cambio en el calendario tan significativo, algunas compañías valoran una transformación destacable, para poder atraer a nuevos clientes que hasta ahora podrían no haber tenido potencial de conversión.
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Ventajas de una transformación promocional
La transformación de la empresa no tiene por qué ser algo negativo, siempre que se presente de una forma coherente y organizada.
Una transformación a la que se suman muchas compañías es la sostenibilidad. Las empresas promocionan unos procesos de producción y el uso de materiales más sostenibles, que lo que hasta ahora ofrecían.
La preocupación por un mundo más saludable y con un medioambiente menos deteriorado, son sinónimos de aceptación por prácticamente toda la sociedad.
Una transformación efectiva también puede vincularse a las propias instalaciones. Algunas empresas anuncian cambio de sede o ampliación de la misma, para disfrutar de una mayor superficie.
Obviamente no es algo extrapolable a cualquier sector, pero la mayoría de empresas que aumentan su superficie útil, suelen transmitir una imagen de crecimiento y consolidación, que genera confianza en los clientes.
La transformación también puede promocionarse en términos de cambios en los productos o servicios. Esto es algo arriesgado, dado que puede motivar a clientes actuales a desvincularse de la empresa. Habrá que valorar bien las pérdidas y beneficios potenciales que puedan tener que afrontarse.
Desventajas de una transformación promocional
Los cambios no suelen ser bien recibidos por clientes afines a una empresa. Por tanto, la desventaja de este tipo de acciones entraña más trabajo y esfuerzo, por convencer a los usuarios de que la esencia original de la empresa se mantiene.
Por ese motivo, muchas empresas abogan más por una transformación adicional. Es decir, el lanzamiento de nuevos productos bajo otra marca, pero dependientes de la misma empresa. Se mantiene así el sello de confianza trabajado durante todos estos años, pero se permite arriesgar con una nueva marca, que podría interesar a nuevos clientes.
Por otro lado, también implica destinar nuevos recursos a esta transformación. Si hasta ahora los recursos han sido limitados o han llegado a objetivos de una manera poco fluida, estos nuevos objetivos podrían trastocar conllevar a la larga una mala gestión, que afectase a la reputación de la empresa.