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Hay principalmente 4 formas de invertir en otros países por parte de una multinacional, dependiendo en buena medida del sector en el que comercialice sus productos o servicios.
La más conocida de todas es mediante la apertura de tiendas, donde directamente se ofrece a los vecinos de cada zona la posibilidad de comprar presencialmente en ella lo que se ofrezca.
La segunda, tradicional aunque limitada a ciertas empresas, es la de un centro de producción, muy propio del sector automovilístico, por ejemplo.
En tercer lugar están los centros de desarrolladores, vinculado a empresas tecnológicas, normalmente apartados de los centros urbanos por falta de espacio.
Por último, mucho más excepcional, se trata de la apertura de sedes oficiales, desde las que se toman decisiones a nivel regional o incluso continental.
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Ventajas de la inversión en centros propios internacionales
Esta acción, por supuesto busca poder aumentar las ventas de la empresa. Sin embargo, solo las tiendas físicas ofrecen este beneficio directo y las fábricas en concepto de reducción de gastos.
Sin embargo, las ventajas a nivel promocional son considerables y en la mayoría de los casos justifican una titánica inversión, que puede tardar años en ofrecer beneficios.
La primera de todas, es la imagen de apoyo al país en el que se invierte. Se considera de máxima confianza una inversión de este tamaño y una apuesta a largo plazo, que de forma inmediata presenta a la compañía de forma muy positiva.
Algunos países, como España o Italia, representan además la entrada al continente europeo, algo extrapolable al resto de continentes. Muchas empresas chinas lo están aprovechando, para quitarse su imagen férrea de comercialización y presentarse con mayor apertura, en aras a una futura expansión al resto del continente.
En segundo lugar, la empresa gana en adaptación cultural. La teoría publicitaria con estudios sociológicos puede ayudar a crear productos mucho más afines a los que busca la sociedad de cada país. Pero realmente la apertura de centros propios es lo que mejor ayuda a identificar qué tipo de desarrollos serán más atractivos.
De forma complementaria, no podemos obviar el valor promocional de “ser el primero”. Cuando se abre un centro de producción o un centro de desarrolladores, muchas veces se transforman estos desarrollos o producciones en productos y servicios que se ofrecen a la sociedad más cercana territorialmente.
Por tanto, estas empresas pueden jugar la carta de poder disfrutar los primeros de lo que ofrecen comercialmente, uno de los valores promocionales mejor considerados por los consumidores. Esto incentivará las ventas mucho más que si se trata de un producto o servicio, ofrecido meses después de su lanzamiento en el país de origen.
