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El nombre de un producto es una de las partes más importantes y decisivas en el proceso de venta. Ikea, curiosamente, no se ha preocupado demasiado en ello y ha basado su estrategia de marketing hasta hace bien poco en su propia marca comercial, dejando para su mobiliario y resto de colecciones textiles o de menaje nombres originales suecos.
Uno de los muchos problemas que genera esta estrategia es que, al no ser un nombre reconocible prácticamente por nadie que no sepa hablar sueco (como sí podría suceder con términos ingleses o españoles), el nombre de muchos productos pasa desapercibido o es directamente ignorado. Por tanto, se pierde esa baza promocional.
Recientemente Ikea ha decidido resolver esta situación, de momento para los clientes angloparlantes, supuestamente para luego trasladar el éxito obtenido a otros idiomas.
La idea parte en un principio de renombrar los productos mediante conceptos. De esta forma, los productos adquieren un curioso nombre y no pierden su nomenclatura original, dado que en la descripción de cada producto se hace recordatorio de cómo se llamaba anteriormente.
La creatividad de esta campaña de marketing pasa precisamente por la elección de los nombres para designar los muebles. Se ha utilizado un análisis de medición de búsquedas en Internet y se ha vinculado aquellas búsquedas más frecuentes con los productos que mejor se relacionarían con ellas.
De esta forma, un mueble estantería con muchos cajones diferentes se comercializa como “Mi pareja y yo somos muy diferentes” o una cama con somier elegante se denomina ahora “Cómo tener una relación feliz”.
El resultado ha sido una simpática campaña por la que se relacionan los muebles de Ikea con conceptos cotidianos, problemas en la rutina diaria, que encuentran su solución mediante la presencia y uso del mobiliario sueco.
Los clientes, además, identifican mejor el nombre de los productos con sus necesidades, en lugar de la situación anterior en la que solo encontraban un extraño nombre en sueco que no entendían y, lo peor de todo, no conseguirían recordar ni siquiera en los siguientes minutos tras haberlo visto.
Ikea de esta forma ha conseguido establecer una relación de concepto sentimental con un producto material, uno de los principios básicos de toda estrategia comercial, según el cual lo importante no es tan solo ofrecer un producto que solucione una necesidad, sino una solución para diferentes sensaciones.
